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IZTUETA Y LOS BAILES VASCOS
El Diario Vasco, 1995-8-22
R.M.
Las danzas vascas han sobrevivido a través de los tiempos. Han pasado épocas en que se practicaban poco, pero luego volvían a resurgir con fuerza. Hubo a mediados del siglo. XVIII una encendida polémica sobre la licitud de los bailes vascos, en la que el jesuita P. Mendiburu, elocuente orador y profundo conocedor de los textos sagrados se mostraba contrario a nuestras ancestrales danzas, saliendo a su favor el también jesuita, éste de Andoain , P. Larramendi. Cuenta un historiador que la polémica llegó a tales extremos que «haciéndose eco de ella en el Ayuntamiento de Azcoitia, llegó a proponer en 1746 uno de los ediles, José de Idiaquez, la supresión de] propio tamboril».

Pocos años después, en 1767, nace en Zaldivia Juan Ignacio Iztueta, al que tanto deben los bailes vascos. La danza es la poesía en movimiento y los bailes de nuestra tierra entraban en una lenta agonía. Pero Iztueta se consagró a ellos, pues en ellos veía la tradición de siglos, lo que agregaba una nota única a la recia y variada personalidad del pueblo vasco. En 1775 hizo un viaje a estas tierras Guillermo Bowles y escribió: «Recorriendo aquellos países, me pareció haberme trasladado de siglo y a las costumbres que describe Hornero; la sencillez y la verdadera alegría reinan en aquellas montañas, y si por lo general sus habitantes no son los más opulentos, son esencialmente los más felices, lo más amantes del país en que viven».

Las danzas vascas pasaban un mal momento a finales del siglo XVIII. Contaba Gorosabel años después, que se había perdido la costumbre de que los caballeros principales y sus señores acudieron a las plazas públicas a bailar, y ello debido a la influencia francesa, pues los ejércitos del vecino país, que en diversas ocasiones invadieron España, introdujeron aquí los valses, contradanzas, rigodones...

Iztueta adiestraba a los muchachos en las viejas danzas, y además de maestro fue su historiador, el primero de todos. Su Gipuzkoako dantza gogoangarrien kondaira recoge la historia de los bailes guipuzcoanos de su época, que se completa con el último libro que escribió, su Historia de Guipúzcoa.

Hombre modesto, Iztueta fue empleado del Ayuntamiento de San Sebastián, trabajando en el servicio de Policía de la Puerta de Tierra, cuando la ciudad tenía murallas. Pero lo suyo era la danza.

Murió el 18 de agosto de 1845, hace 150 años, y San Sebastián le dedicó una calle en 1921.

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