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El Diario Vasco. San Sebastián, 3 de febrero de 1967
Nació el 29 de noviembre de 1767, en la casa "Kampagindegi", actualmente "Iztueta-enea", sita a la terminación del casco de la villa, camino del monte Aralar.

Sus padres se llamaron don José de Iztueta y doña María Ignacia Echeverría, naturales de Lazcano, cuyo matrimonio tuvo siete hijos, cuatro varones y tres hembras. El tercero en orden fue Juan Ignacio, el cual aprendió las primeras letras en su pueblo natal, Zaldivia.

Fue hombre de humilde condición y fue cultivando su espíritu durante el transcurso de su agitada vida. Ya desde muy joven le vemos con su afán organizando grupos de bailes que se exhibían por los pueblos, y entre los que destacaba  él mismo por la belleza de sus bailes y agilidad y destreza al ejecutarlos.

Se dice que era de mediana estatura, de color sano y un buen humor inalterable. Su lenguaje era muy dulce y alagador , razón por lo que le pusieron el mote de "Txuri". Consta que fue colchonero, operario de capisayos para pastores y de cuerdas para las  albarcas.

Mas tarde el Ayuntamiento de San Sebastián le ofreció un empleo en el Portazgo, cargo que él aceptó y desempeñó  varios años más como recaudador de impuestos.

Contrajo matrimonio a los 23 años de edad con doña María Joaquina Linzuain, el 11 de enero de 1790. Contrajo más tarde segundas nupcias, pero ignoramos quién fue su segunda esposa.

Estuvo encarcelado, en Azpeitia. durante seis años por bandido, contrabandista y salteador de caminos, y no por la inquisición, como él mismo canta en las poesías "Kontxesiri". Allí conoció a Concepción Bengoechea, que más tarde sería su tercera y última esposa, que se hallaba reclusa por infanticidio y otras inmoralidades, a quien dedicó la patética, amorosa y triste elegía "Kontxesiri", que fue popular.

Comerció con Francia, y fue creando una no despreciable fortuna, y en 1815 sus fincas le rentaban veinte reales diarios, que en aquella época era una cantidad interesante. Poseía valores y Bonos de Empréstito francés, también de la ciudad de Burgos y Guetaria, así como también era dueño de algunas casas en San Sebastián.

Escribió y dio   la imprenta en 1824 "Guipuzcoaco Dantza, gogeangarrien condaira edo historia, beren soñu zar, eta itz neurtu, edo versoaquin", que es la recopilación de los bailes que el mismo los ha vivido y bailado. Una obra muy interesante para conocer el folklore del siglo XVIII.

Escribió una nueva edición de su libro, valiéndose de la colaboración técnica del músico don Pedro Albéniz y Besantu, con letra y música, que se imprime en la misma casa de Ignacio Ramón Baroja, en 1826 y del que vuelven a hacerse nuevas ediciones por la Sociedad de Estudios Vascos, en 1929, quien le encarga a don Juan Carlos de Cortázar, el cual teniendo casi terminado su trabajo, falleció. Entonces la Sociedad de Estudios Vascos llamó al P. José Antonio Donosti,  para sustituirle, quien terminó la nueva edición.

El P. Villasante dice de Juan Ignacio: "Iztueta es el prototipo del hombre identificado con la raza vasca y con todas sus genuinas manifestaciones".

Charles Bordes dice de la obra de Iztueta: "Peut-etre unique dans la bibliographie du folk obra puede ser única en la bibliografía del folklore". El Padre Jorge Riezu afirma que "Tan bello ejemplo no tuvo imitaciones hasta muy tarde" y le llama a nuestro héroe "Iniciador meritísimo de nuestro folklore".

Ya anciano, como de joven, se dedicaba a organizar y adiestrar cuadrillas de danzaris, y cuando tenían que actuar en el balneario de Santa Águeda, cerca de Mondragón, ante los miembros de la familia real: Iztueta enfermó de muerte y no pudo ir con los muchachos. Don José María de Lardizábal, hermano del autor de "Testamentu Zarreco eta Berrico
Condaira", ayudó a Iztueta a bien morir. Este sacerdote contaba que Iztueta, al recibir buenas noticias de los muchachos que había enviado a Mondragón, le dijo contento: "Ondo gera: mutillen berri onak ditugu", que traducido, dice: "Vamos bien, tenemos buenas noticias de los muchachos".

Ya años antes de morir, empleaba mucho tiempo en la confección de una historia general de Guipúzcoa, que la muerte le sorprendió antes de verla impresa.

La Diputación Provincial se creyó en el deber de editarla a título de homenaje póstumo, imprimiéndose en la misma casa de Baroja, en un tomo de 524 páginas y con el título de "Guipuzcoaco proviciaren condaira edo historia", S. S. 1847 y concede a su viuda 500 reales.

Cuando Iztueta se vio imposibilitado para bailar a causa de su edad, el amor a los bailes del país le movió a escoger a uno de sus discípulos para que le sucediese como maestro. Educóle en forma especial y fue su continuador, José Antonio Olano, el cual falleció en Villafranca de Oria el año 1870. Discípulos de Olano fueron don Braulio Armendáriz, don Justo Irastorza, don Francisco María Olaran, presbítero, y don Lorenzo Pujano.

Así la línea de Iztueta-Olano-Pujano, establece la filiación directa de nuestros actuales bailes con los que en el siglo XVIII se conocían en nuestro país. De ellos nos da idea clara Iztueta en sus dos volúmenes que contienen: uno, las explicaciones de los puntos y pasos, y el otro, la música a cuyo son se bailaban.

Juan Ignacio de Iztueta murió en el mismo Zaldivia a los 78 año de edad, el día 18 de agosto de 1845.

 

N. LIZARRALDE