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Perfil de Iztueta
Que el lector, llevado de la curiosidad, ha leído los versos y las poesías, las cartas y los testamentos y llegado hasta aquí, una cosa es evidente: que se ha identificado un poco con la época, con las preocupaciones, con nuestro personaje.
 
Sería interesante, después de asomarse al mundo de Iztueta, saber la idea que el lector se ha hecho o formado de nuestro coreógrafo.
 
Es lo que pretendemos con estas líneas: trazar a grandes rasgos el perfil psicológico de Iztueta.
 
No vale partir de unos postulados interesados para llegar a conclusiones previamente queridas y buscadas como lo lia intentado alguno, explicando la semántica del mote «Txuri», los supuestos sentidos y endosando a Iztueta lo que más oportuno era por imperativos de conveniencia.
 
Es más que aventurado querer ver en ese mote de «Txuri» el significado exclusivo de hombre fácil, fluido y dulce en el lenguaje y modo de ser. En contra de tal supuesto y malabarismos está precisamente su vida un tanto airada y de cárcel.
 
Unicamente dejando hablar a los hechos, analizando comportamientos y reacciones ante unas situaciones dadas, escudriñando corazón y pensamiento, leyendo despaciosamente su obra y otras producciones menores, es como se puede arribar a una respuesta convincente de la pregunta planteada.
 
¿Cómo era nuestro dantzari? Se entiende no física. sino moral, psicológicamente.
 
Al carecer de un retrato, de una fotografía o dibujo de Iztueta, los pintores (y en este caso, dos que sepamos) se han colocado en un concepción diametralmente opuesta (1)
 
El Iztueta primero que tanto se ha prodigado, de Hombrados Onativia, nos representa grueso, macizo, pesado. Muy p oco conforme a nuestro parecer (no entendemos de grafología) con la realidad de un dantzari ágil, de un viajero y caminante impenitentes, y un poco trotamundos.
 
El de Valverde, que figura en el calendario de este año de la Caja lie Ahorros Municipal de San Sebastián, flaco, delgado, parece estar más en la línea de esa palabra «arintasuna:» que tanto prodiga en su libro de danzas, e incluso en la Historia de Guipúzcoa.
 
Dejando este paréntesis, vengamos al propósito de estas líneas:
 
¿Cuáles son las reacciones, la tónica, el talante, el comportamiento, la constante en la personalidad de Iztueta
 
Nos atenemos fundamentalmente a tres liechos —y de refilón a varias estrofas tanto eu vascuence como en castellano—. Tres hechos clave en su vida, son: el que fuera conocido en su juventud con el sobrenombre de "Txuri", simbolizando con ello la primera época de su vida; su reacción en las estrofas finales de «Kontxeshiri» en la cárcel, y sus últimas palabras en el lecho de la muerte.
 
Aparte está lo que nos dice la correspondencia de su buen humor.
 
Fundamentalmente lo que destaca y sobresale en todos ellos, es el tono zumbón, la ironía, la socarronería. Izlueta es un socarrón. Nada en su vida y obra nos deja ver un espíritu agriado, de hostil y herido, si bien no exento de cierta malicia.
 
Recordemos las estrofas de 1824, o quizá anteriores, en que aparece muy vinculado a Zaldivia y a los recuerdos de su juventud. No es facil captar el espíritu de estos versos, sin saber que hacen referencia a amigos suyos dantzaris de los caseríos próximos al casco urbano —de 18 casas solamente en aquel tiempo-—, como Berdillari, Oláa, etc., y a otros de la calle.
 
Después de referirse a los días en que de modo solemne y extraordinario tenían lugar las danzas, en las festividades de San Juan y Corpus Christi, dice:
Geldi geldi geldi
Berdillariri
erabilli kompasa
ez dakion pasa
Martiñek badaki
nola erabaki
aren zortzikoa
ez du lendabizikoa.
 
Esto es lo singular, lo característico de Iztueta, que podríamos multiplicar si la falta de espacio no nos lo impidie. Son dignas de anotarse su reacción en las estrofa» escritas en la cárcel y sus últimas palabras en el lecho de muerte. Después de recordar a su amada las muchas penas de la cárcel y aconsejarla el olvido de ellas, emplazándola cu la esperanza, con aire alegre y un poco desdeñoso de lo ocurrido, terminará:
 

Preso sei urtez

onduco gaituzte nere ustez

(Seis años en la cárcel yo creo nos harán ya mejores).

Estas como las últimas, antes de expirar, ¿no nos retratan un Iztueta socarrón, muy irónico y malicioso? Sí, se podría hablar también de su bonhomía.

El mismo talante, la misma condición revelan otras estrofas en vascuence como en castellano de su producción menor. De la docena de banderillas de fuego contra el compadre Legarda, entresacamos dos:

Cuando meto ruido

en mi rinconcito,

se asusta Legarda,

tiembla Colladíto.

 

No crean ustedes

acertar quién soy,

a pesar que siempre

a su lado estoy.

Este y no otro es Iztueta. muy distinto al que trató de «ingenuo don Carmelo Echegaray
 
_______________________________________________

(1) Este juicio no quiere desvalorizar ni el cuadro que por encargo del Ayuntamiento pinto Hombrados Onativia, ni su portentosa obra de ilustración histórica. Su cuadro es de un Iztueta de los últimos años en Zaldivia, escritor y sedente.

El de Val verde responde más a la juventud y al dinamismo de la agitada vida iztuetana. No sabemos por qué, pero el de Valverde refleja con esa mirada avizadora, de un zahorí o raposo, un Iztueta más vital.

En cuanto al monumento de Néstor Basterrechea, justamente criticado por no estar concebido en un principio para ese fin, digamos en su honor que se acerca al coreógrafo cuando escribe que los que bailan bien parecen aves en vuelo (creo que dice «egaberac»), y los que no, «kusoac», espantapájaros.

Creo, sin embargo, que la provincia merecía en San Sebastian una glorificación de la danza más al alcance del público medio.

Jose Garmendia

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