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LA PERSONA Y LA PERSONALIDAD DE JUAN IGNACIO DE IZTUETA, RESTAURADOR DE LAS 
DANZAS AUTÓCTONAS
 
El Diario Vasco, San Sebastian, 20 de Abril de 1975
   
Los actos con que fueron celebradas las bodas de plata del Grupo de Danzas Vascas "Goizaldi", culminaron con la presentación del "Memorial" que lleva su nombre y del "Memorial Iztueta", creados por la Excelentísima Diputación para. el estudio y exaltación de los bailes populares de nuestra tierra y para un mejor conocimiento de la vida y la obra c'eí gran coreógrafo guipuzcoano.

La presentación de los Memoriales Iztueta y Goizaldi tuvo lugar en el curso de un acto celebrado en el Gran Salón del Ayuntamiento donostiarra, acto en el que glosó el significado de Iztueta dentro del folklore vasco nuestro compañero de Rededacción José Berruezo, con estimaciones originales sobre 11 persona y la  personalidad del recopilador de las "Guipuzcoako  Dantzak" y sobre el sentido que la danza tiene dentro de la cultura autóctona.

Por estimarlo de interés reproducimos aquí el texto de la disertación de nuestro compañero y amigo.

NOS encontramos reunidos aquí para celebrar un acto de exaltación de los valores culturales de nuestra provincia --de nuestro país-- en su expresión más añeja y pura en su más original y permanente manifiesto: la danza. El baile popular, que está ya en las primeras páginas de nuestra prehistoria, llena muchos capítulos de nuestra historia social , justificando aquella simplista definición de Voltaire de que "el vasco es un pueblo que danza en un extremo del Pirineo".

Desde las lejanas noticias del   griego Estrabón y de latino Plinio, hasta los más recientes estudios de Julio Caro Baroia y del P. Gaizka de Barandiaran, abundan las referencias documentales y librescas de cómo el baile, que es, repito, valor cultural permanente, une a las gentes para --ya actores, ya espectadores-- dar testimonio de su protagonismo histórico: porque los ritos primero, los mitos después, sean   agrícolas, belicosos, lúdicos, funerarios, etc. han tenido su glosa estética en la "Jorraindantza", la "Ezpatadantza", la "Brokeidantza", la "Carricadantza", la "Aseridantza"... bailes que siendo plásticamente expresivos de actividades cotidianas conservan en su sentido íntimo el valor mágico que tuvieron en su origen; o bien como en el caso de la tolosana Bordindantza, que es cronológicamente más moderna, siendo relato mimado de un hecho histórico --en este caso la batalla da Beotibar-- para llegar; en la "Gizondantza" --cuya vesión hoy más conocida es el "Aurreskun"-- a convertir la anécdota en doctrina, presentándonos, como testimonio   ejemplarizador , la capacidad del grupo étnico , representado por los dantzaris, para crear una forma jerarquizada de sociedad.

Por ello creo que de todas las   características culturates del pueblo vasco, es la danza, más que cualquiera otra manifestación folklórica, la que perviviendo con sus puras formas primitivas " conservando dentro de ellas ; su sentido social, contribuye a darnos una idea de continuidad en la que se ha ido vertebrando la conciencia comunitaria de nación.

Yo veo, pues, en la danza, la expresión riei "genius loci" euskeldun perdurable a lo largo de los siglos y de los accidentes políticos, sirviendo a través del tiempo y en el espacio como aglutinante de todas las gentes   que poblaron y pueblan nuestra tierra , cohesionando en el amor --que   es el mejor   cemento   para   unir a los hombres-- sus más legítimas ilusiones.

     
Componentes de Goizaldi      

La danza nos une con el nexo de la emoción, fruto inmediato del substracto étnico, y practicándola o contemplándola nos sentimos vinculados a cuanto   ella significa, y hermanados en todo   aquello de que da testimonio.

Por estimarlo así, Juan Ignacio   de Iztueta recopiló 36 bailes que en sus días, alla por los comienzos del pasado siglo, estaban amenazados de   desaparecer victimas de un fenómeno sico-social que se repite periódicamente en las comunidades humanas: la pugna   de   lo nuevo, o de   lo que se cree nuevo, contra lo viejo o lo que se considera caduco.

Iztueta conoce una etapa crítica del mundo: la que ve el tránsito del Antiguo al Nuevo Régimen, de las monarquías de derecho divino a los gobiernos constitucionales; conceptos estos que doctrinalmente responden al enfrentamiento de Tradición y Progreso, y políticamente al de Absolutismo y Liberalismo, siendo prefiguración decimonónica de la derecha e izquierda del siglo XX.

Nuestro paisano que, en una sociedad que comenzaba a industrializarse y masificarse, vive un medio rural individualista se   inclina, como buen goyerritarra, hacia ideales simbolizados en el lema del "Altar y el Trono", por lo que su actuación pública ofrecerá un notable contraste con su conducta privada que fue, al menos en lo amatorio, la de un decidido partidario de la libertad. Pero esta faceta sentimental, asi como su actividad politíca y su formación cultural, son tres misterios o cuando menos tres incógnitas, en la biografía del zaldibiarra,

Respecto a su ideología, por algunas referencias y alusiones que hay en sus obras, se le puede seguir la pista aunque él las más de las veces trata de borrarla; como borrosa es también su peripecia humana. La invasión de los Constitucionales franceses en 1794-1795 le encuentra con 26 años en su pueblo dedicado al comercio y a la danza... aunque los tiempos estaban para pocas músicas; la segunda inv asión francesa -- l a de Napo león-- l e cogerá pres o en l a carcel de Azpeitia, donde también estaba "Kontxesi" con l a que pronto contraerá matrimonio. Du rante la ocupación de Guipúzcoa, asi como durante el sitio y des trucc i ón d e San Sebastián, le su ponemos viviendo en San Juan de Luz y en alguna otra ciudad del sudoeste de Francia. En 1814 vuelto a San Sebastián, se dedica al comercio y comienza a preparar su "Guipuzcoa'ko Dantza Gogoangarriak" o "Viejas Danzas de Guipúzcoa", que verá la luz   en las prensas de Ignacio Ramón Baroja el año 1824. 

Viviendo aquí, en la   capital, fruto de no se qué resentimientos personales o de que odios políticos, tratará de poner --desde el anonimato-- "banderillas de fuego" --como él dice-- a los más conspicuos liberales de la ciudad , como lo eran don José Elias de Legarda, don José Manuel Collado, primer marqués   de la Laguna, don José Antonio Fernández Garayalde y el letrado asesor del Ayuntamiento, don Claudio Antón de Luzuriaga, todos ellos auténticos próceres con cuya posición social y política contrastaba la de Iztueta que, sólo al triunfar el Absolutismo, consigue un modesto nombramiento: el de guarda de la donostiarra Puerta de Tierra, por la que en 1828 podrá ver entrar a su admirado Fernando VII y a la reina Amalia, cuando vinieron a poner la primera piedra del Consistorio Municipal y da la Plaza que hoy llamados del 18 de Julio.

En 1836, siendo los soldados de Carlos V prácticamente dueños de toda la provincia y en ella estando sólo San Sebastián, Guetaria, Hernani y Eibar en poder de las fuerzas isabelinas, Iztueta obtiene la credencial de Jefe o Alcaide de la Cárcel provincial, cargo también modesto del que no debió disfrutar --si es que llegó a tomar posesión-- mucho

tiempo, pues pronto, antes de que la guerra acaba con el   Abrazo de Vergara, estaba en Zaldivia donrde redacta la "Guipuzcoa'ko Provinciaren Condaira Etdo Historia", que no llegara a ver impresa --en 1847--, ya que dos años antes, el 18 de octubre de 1845, deja de existir en su villa natal a los 78 años de edad.

Como veis por esta síntesis biográfico, Iztueta no fue --y sólo a la ligera y juzgando por las apariencias podría reprochársele-- un "chaquetero", un tipo veleta que girase a impulso del mejor aire politico o un hombre-camaleón que cambiaba de color según el sol que más calienta. El, fiel a sus íntimas convicciones, pudo repetir aquello de "non muto sed mutant" --no cambio, sino cawbian-- y en efecto las circunstancias políticas que rodearon su existencia fueron harto variables, yendo desde el más rabioso absolutismo hasta el más escrespado liberalismo, potenciada su proyección en   lo cotidiano por las secuelas no de una, sino de tres guerras con contenido ideológico muy concreto.

     
      Ezpata-Dantza, por el grupo Goizal

 

Iztueta pasó por esas etapas de la vida política del país, no diré que como la salamandra que atraviesa el fuego sin quemarse, pues sospecho que alguna vez llegó a chamuscarse, pero desde luego sin lograr alcanzar los puestos ni obtener los   honores a que su obra le hacia acreedor. Creo que si   Iztuetata hubiese sido doceañiista, un encendido partidario de la Constitución de Cádiz, un liberal de los de "trágala servilón", posiblemente   las autoridades y los representantes de la cultura   en el San Sebastián de comienzos del siglo XIX, habría reconocido su inspiración coma poeta vasco --un auténtico vate romántico precursor de Bilinch--o por lo menos sus aportaciones euskerológicas al fomento de la cultura autóctona. Iztueta fue un hombre que   caminó a contrapelo de las corrientes políticas dominantes... pero gracias a ello, por su repugnancia por lo "nuevo" y consecuentemente a su pasión por lo "viejo", por lo tradicional, tenemos hoy las "Guipuzcoa'ko Dantza Gogoangarriak", sus "Viejas Danzas de Guipúzcoa", la primera aportación sistematizada al folklore musical vasco algunos años antes de que existiese   el   concepto folklore. Y ello nos llevaría a preguntar: ¿Cuál es el valor de Iztueta en el panorama de la cultura vasca? ¿Cual el papel desempeñado en el Renacímienlo literario y artístico del País?... No contestaré aquí a estas cuestiones, pues ello seria meterme en el terreno dé posibles concursantes al "Memorial" creado con el nombre del coreógrafo y poeta guipuzcoano. Sólo quiero decir que como una paradoja más de su azacaneada existencia, al codificar los 36 bailes populares en su "Guipuzcoa'ko Dantza", se erigía en campeón de lo tradicional, de lo clásico, frente a las gentes --a los txistularis y dantzaris jóvenes que él califica de "científicos"-- que estaban llevando a cabo, a tono con la revolución política una revolución en las costumbres, en la música. en el baile, en las formas de diversión popular... sin ver, lo que Iztueta veía y lo que setenta años antes había visto otro ilustre guipuzcoano, el aindoindarra P. Larramendi al dedicar   cuatro capítulos de su "Corografía de Guipúzcoa" a la defensa de los bailes tradicionales: que

en estas manifestaciones coreográficas expresivas del sentir popular estaba vertebrada la historia social de nuestra provincia, y que su pérdida sería la pérdida de un testimonio vivo del étos vasco, del principio moral que animaba desde remotos tiempos las costumbres caracterizadoras de las gentes de este País.

Cuando Iztueta asume la defensa de las viejas Danzas guipuzcoanas, hacía treinta años que los txixtularis no tocaban el "Alkate soñua" ni la "Marcha de San ignacio"; y la erderización se presentaba como nota distintiva rie modernidad y de progreso.

Pero frente a aquello s empeños que a raíz de la primera guerra civil, son en la opinión parlamentaria   y en la Prensa madrileña apasionada postura antivasca, las "Guipuzcoa'ko Dantza" representa   un magnifico testimonio de que   la Tradición --la de todo un pueblo y no la de un partido-- no   había perdido la guerra, sino que   tenia   fuerza y vitalidad para   de cara al futuro, dar y ganar no una sino cien batallas en el   campo socio-cultural.

Y buena prueba de ello la tenemos al cabo de un siglo, cuando también lo nuevo, lo extranjerizante, lo que Iztueta llamó lo "científico" y hoy oiría lo técnico   consumista, amenazaba con polucionar no sólo el paisaje sino el alma de Euskaterria, un grupo de jóvenes enarbolando como una bandera el simbólico nombre de "Goizaldi" --y en él rindo homenaje a todas las formaciones de dantzaris de nuestra provincia y de nuestro País-- se proclamó continuador de aquella faceta del Renacimiento cultural que Iztueta programó en su "Guipuzcoa'ko Dantza"; que   su discípulo Olano transmitió a José Lorenzo Pujana --el recordado maestro Pujana-- y éste a su hijo Cándido, animador en 1948 del nacimiento de ese grupo de danzas que ha llevado en triunfo el nombre de Guipúzcoa por tierras de la península y mas allá de nuestras fronteras.

Iztueta y "Goizaldi", dan hoy nombre a dos concursos --dos Memoriales"-- que recordarán precisamente lo que   esos nombres son y significan: uno para premiar el estudio reposado y libresco; el otro, la glosa breve y periodística; ambos dedicados a la exaltación de   los bailes populares vascos. Y la Diputación de   Guipúzcoa, su organizadora y patrocinadora, consciente de responsabilidad que tiene como gerente del patrimonio espiritual; de   todos los guipuzcoanos, es la   que hoy vela por la conservación de las danzas que el coreógrafo de Zaldivia codificara hace ciento cincuenta años.

El "Memorial Iztueta" y el   "memorial Goizaldi", dentro del programa de promoción cultural -de la tan necesaria guipuzcoanización   de la provincia--son una invitación   que nuestra Corporación   hace de los eruditos, a los escritores, a los periodistas , para que pongan su talento y su pluma al servicio de una causa cuya nobleza, importancia y trascendencia se encierran y compendian en el concepto entrañable expresado por este solo vocablo: GUIPUZCOA

José Berruezo

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