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La enseñanza primaria en 1782 en Zaldibia

Se ha hecho ya habitual en la provincia que los pueblos, aún los más pequeños, se presenten de modo extraordinario en las páginas de la prensa diaria con motivo de sus fiestas patronales.

Resolviendo con tal ocasión documentos y papeles viejos, me centro con uno de sumo interés, no sólo para los zaldibitarras, sino también para los buenos guipuzcoanos que se interesen por su pasado y por su historia. Y es que estos datos que entresaco del "asiento del maestro de la escuela de la noble villa de Zaldibia para Juan Ignacio de Oyarbide para cuatro años corrientes desde San Martín 11 de nov.de 1782". reflejan más o menos la situación de los demás pueblos guipuzcoanos respecto a la enseñanza en aquellos tiempos.

El 10 de octubre de 1782 y en la casa consistorial de la villa, se hacían presentes ante el escribano, el alcalde y demás regidores "que confesaron ser la mayor y más sana parte de los que al presente haya en ella" y después de cumplidos todos los requisitos de fijación de edictos, examen de candidatos a la maestría ante el tribunal formado por José Manuel de Errazquin y Juan Cruz Sempertegui, maestro de primeras letras de las villas de Villafranca e Isasondo, acordaron conceder la plaza a dicho Oyarbide quien demostró tener conocimiento de letras mayúsculas y minúsculas, en su encadenación y pronunciación, como en la lectura de letras manuscritas y de imprenta, formación de dichas letras mayores y menores y operaciones de las cuatro reglas de
Aritmética.

Lo que tiene interés es conocer las condiciones que debía observar el maestro de Escuela de primeras letras:

1.— Que en todos los días que se tiene costumbre concurrir los niños y niñas a la escuela hayan de asistir éstos sin falta alguna y el maestro con ellos, desde las ocho de la mañana hasta las once de ella y por la tarde desde la una hasta las cuatro y en dichas horas haya de estar sujeto dicho maestro enseñando y cuidando a sus discípulos, haciendo lecciones a los principiantes y después que sepan leer bien procurará en enseñarles a escribir rayándoles y haciéndoles falsas y después ponerles a contar.

2.— Que a dichos niños y niñas les haya de enseñar bien las oraciones y doctrina cristiana con arreglo al Astete, asi en vascuence como en romano, especialmente en las tardes de los sábados y vísperas 41 días de fiestas.

3.— Que deberá enseñar a los discípulos a ayudar a misa y a elegir para que en este fin asistan a la parroquia dos muchachos diariamente y que estén prontos a saber, en tiempo de invierno desde el alba hasta las nueve de la mañana y en el verano hasta las ocho y la mencionada elección haya de hacer alternado, semanalmente. Para que todos los concurrentes a la escuela puedan aprender fin tal santo importante y así bien deberá elegir otros dos muchachos para distribuir el pan bendito y llevar las paces todos los días de fiesta.

4.— Que vaya de asistir dicho maestro con todos los niños en los días festivos a las funciones de misas mayores, vísperas, rosario y demás oficios divinos, letanías, rogativas y procesiones, y cuidar que los niños estén en la iglesia con mucha compostura y orden

5.— Que dicho maestro haya de poner el cuidado posible para que los niños y las niñas aprendan a hablar bien ambas lenguas vascongada nativa y la castellana de romance y además el que respeten a todos no permitiéndoles jugar ni juguetear en la puertas de la iglesia ni a presencia de personas de distinción y enseñarles a hacer la cortesía de quitar el sombrero o montera de la cabeza y encargarles y ordenarles también que llegado a sus casas a entrar digan el Alabado o Avemaria Purísima y besen la mano a sus padres y también que algunas tardes se emplee después de las cuatro con los niños a rezar arrodillados una parte del Rosario para que aprendan y se aficionen a tan to ejercicio.

Los niños y niñas debían contribuir al maestro del siguiente modo: los que se ponían a escribir un real de vellón, los escribientes a reales y los contadores a tres.

Después de señalar el salario anual, siguen otras condiciones: desde Santa Cruz de mayo a septiembre habrá que acudir con sus discípulos cuatro días de cada semana a visitar los cinco altares con a cada Padre Nuestro o Avemaria; que por cuanto se cansan dcmnsindo y se pierden los muchachos en el juego de pelota que llaman Ble, les embarace el maestro este pernicioso ejercicio, permitiéndoles jugar al largo en los tiempos libres, que en los tiempos de tronadas y malos temporales acuda desde la escuela a la iglesia a rogar a Dios, etc, etc."

Curiosas condiciones que nos dan a entender el ambiente escolar de aquellos tiempos.


Jose Garmendia
 

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