[1949-VI-10]
El concepto popular que tiene el vasco del deporte es el de competición con apuesta. El aldeano vasco, a quien nos referiremos en este artículo, no concibe el deporte completamente individual a estilo de gimnasia, y mucho menos el deporte sin apuesta. Esta es la salsa del deporte vasco tal como lo hemos conocido y practicado. A tal punto llega la tendencia del vasco a apostar, que aún en las cuestiones intelectuales el último argumento suele ser: "¿qué te apuestas?" Sabido es que en tiempos no lejanos, la competición de agilidad mental, pues no es otra cosa la improvisación, o mejor dicho, la repentización en verso cantado, se hacía interviniendo una suma como apuesta. El semanario Euzko-Deya reproducía hace pocos números la famosa disputa que refiere nuestro folklorista Iztueta. No solo en las apuestas de improvisadores, sino aún en el juego del mus hemos conocido apostarse por onzas de oro, que aún en nuestra niñez la onza de oro era la unidad de moneda en los deportes, como lo es hoy, aunque solamente en su equivalencia de dieciseís duros, en la compraventa de ganado mayor.
Se ha dicho con verdad que el deporte vasco es principalmente deporte de fuerza y agilidad para el uso de la vida. Hemos conocido competiciones de segar trigo a hoz, de segar hierba a guadaña, de layar, de levantar peso, de truncar árboles, de taladrar piedra a barra. Pero el vasco da lugar también a los deportes no útiles como son la pelota, el salto a pie junto, el lanzamiento de la barra, la carrera a pie, la lucha llamada buruka o egozketa.
En el concepto aldeano del deporte vasco se comprenden las luchas de animales entre sí o de los animales contra el hombre. La más conocidas son las luchas de carneros y las de bueyes de arrastre. De las luchas del hombre contra el animal, recuerdo dos carreras, una contra un caballo, trayecto de Pamplona a Lecumberri, treinta y cinco kilómetros, ganada por el famoso Goñi, pastor de Amézqueta, y otra contra una mula, de Tolosa a Lecumberri, veintisiete kilómetros, ganada por el no menos famoso Echarri Juansorena). La lucha de Goñi contra el caballo fue en igualdad de condiciones de tiempo; en cambio la mula dio a Echarri cinco minutos de ventaja. Estos dos andarines son, quizá los más grandes que he conocido en mi vida hasta este último tiempo de Azpiroz (Chiquito de Aya) quien ha tenido, por su contacto con el moderno deportismo, más conocimiento de los secretos del correr y de la alimentación, y mejores pistas y carreteras que los dos citados.
Para comenzar por los deportes no útiles, aparte de la pelota, practicamos los vascos una especie de pentatlon o quinqueludio antiguo. Recorriendo el pentámetro de Píndaro, el salto nuestro es sin breada, y no he conocido ni el salto de longitud con breda ni el salto de altura de los deportes modernos. Como es natural suponer, de hombres trabajados en las labores del campo o en el bosque o el mar, no se pueden exhibir grandes records. El mayor que conozco es de once pies y medio del gitano Manex. Al saltador que alcanza once pies se le considera muy bueno.
De la carrera a pie es más fácil extenderse en hablar que ceñirse y decir cosas de novedad o interés. Si el lector erudito quiere repasar la carrera a pié descrita por Homero en la Ilíada, se dará cuenta muy aproximada del espíritu de nuestra apuesta de hoy. Si en vez de Ayax Telamón y Ulises ponemos en sustitución los nombres de Goñi y Echarri, yo no me puedo imaginar cosa más vasca que aquella. En mi juventud no pude resistir a la tentación de traducirla como ejercicio. El primitivismo de las apuestas vascas que hemos presenciado, no se puede respirar en las carreras modernas.
Los vascos carecemos del lanzamiento del disco, pero tenemos un lanzamiento que le recuerda, y es lo que se ha llamado barra vasca. De los tres lances que tiene: bajo pierna, a pecho, a vueltas, el lance a pecho con media vuelta, con vueltas o a pie quieto es el que desarrolla el brazo en el sentido del lanzamiento del disco. Tenemos el ejemplo de Gabino Lizarza, lanzador de barra vasca, que desde el momento en que lo trasplantaron a un estadio, sin saber coger bien el disco, amaneció campeón de España, y habiendo llegado a semifinalista en los juegos olímpicos de París, fue eliminado de la competición por razones, según dicen, no muy deportivos. La variante de la barra vasca está en que se la lanza por resbale en la mano, tiro para adelante, a diferencia de la barra castellana o aragonesa que se lanza tiro abajo y con salida instantánea de la mano. Este deporte, en la forma actual, data de cien años escasos. La barra se ha ido modificando en forma y peso, sobre todo en forma, que ha variado desde un metro cincuenta de longitud hasta un metro ochenta. El peso más constante ha sido el de nueve libras. Como todo hay que escribirlo hoy de memoria, no recuerdo el record del lanzamiento a vueltas que es el mayor. Tengo la impresión de que pasa de los sesenta metros. Los tres mejores lanzadores que he conocido son Mariezcurrena, campeón de Navarra, a quien derrotó Baltasar Esnaola, de Gaztelu, Guipúzcoa, cuyas marcas o records, sin embargo, ha logrado superar Gabino Lizarza el de Berástegi.
También hemos tenido nuestra especie de akonta, algo diferente al clásico ya la jabalina moderna. En mi niñez era juego exclusivo de pastores, y hoy quizá se conserve en el rincón de Erasote (Leiza), Navarra. Era una rama de árbol, de longitud algo menor que la jabalina, que iba disminuyendo gradualmente en grosor desde la punta, con la cual hacia delante se la lanzaba en la misma actitud que la jabalina o sea "a brazo partido" (aizka, arika), pero impulsándola desde la punta más delgada con los dedos índice y medio. Nuestros pelotaris voleístas pudieron ensayar la jabalina por tener desarrollado el brazo en el mismo sentido.
Por fin, la palé o lucha completamente igual a la que describe Homero, tiene una porción de nombres, siendo los principales buruka = lucha, y egozketa = a derribarse. No tengo en la memoria sino alguno que otro pequeño héroe local en esta habilidad, pero al llegar aquí es imposible omitir el nombre ya mundial del luchador de grecorromana Javier Ocho a, natural de Urdiain, montaña vasca de Navarra.
Antes de pasar a la descripción de algunos de nuestros deportes útiles, voy a hacer una observación. Nuestra fuerte raza no ha dado al deporte moderno lo que de ella era dado esperar. Entre nosotros no ha habido ninguno que se interese sacrificadamente por el deporte, excepto don José Iguaran6, quien ha tropezado con la indiferencia de ambiente, con la falta de dinero para organizar, y con el escollo del profesionalismo.
Pasemos ya a los deportes útiles. El más apasionante para el aldeano es el deporte del hacha. y quizá el más violento. Tengo que decir quizá, porque he oído decir que el de taladrar piedra es todavía más violento. Es cierto que el taladrador de piedra tiene contra sí la postura rígida, encorvada, por necesidad de tener siempre la vista fija en el orificio para no dar golpes en falso. El punto dolorido sobre la boca del estómago que origina esa actitud debe ser cosa verdaderamente angustiosa, según he oído decir a los que han practicado ese oficio; pero también es cierto que durante la apuesta de hacha o a consecuencia inmediata de ella, he conocido morir dos nombres por asfixia. El caso más reciente, el que se dio en Santestebana con Agiñeta y el de Urroz, no era para menos, pues hasta hubo espectadores que se retiraron por no poder soportar el calor. Los dos se retiraron y uno murió. Murió el que no quería retirarse o a quien obligaron a proseguir.
Las apuestas de hacha son comunmente a truncar árboles ya abatidos de medida que
oscila entre un pie y una vara de diámetro. Generalmente la manera escogida es el haya, derribada en la misma semana, como no haya acerca de ello convenio especial. Se colocan los troncos sobre una plataforma, generalmente plantas o ramas de árboles de suficiente grosor, a las cuales se clavan los troncos colocados paralelamente, cada tronco de a dos cortes o secciones señaladas que debe ejecutar cada contrincante. Cada uno de ellos debe aportar la mitad del material, que es colocado alternamente en la plataforma para entreverarse y equilibrarse el trabajo. Asimismo, los troncos se colocan alternamente de la parte de la punta o del tocón, para que a uno no toquen más tocones que puntas. La distancia de tronco a tronco es tal que el hachador pueda saltar sin tener que bajar al suelo. A veces llegan a coincidir los dos adversarios sobre un mismo tronco, a practicar cada uno su sección. Dada la pericia de nuestros hombres de bosque, el trabajo llega a equilibrarse de tal manera que no llegará a la diferencia ni de medio minuto. Antes de comenzar la lucha se echan suertes para escoger la fila de cortes. Los troncos suelen estar colocados generalmente en dos filas, en paralelas que deben ser atravesadas por los dos cortes sobredichos. En este deporte hay categorías de hombres según su peso o altura. La fórmula de desafío para todas las categorías es: eguzkiaren azpian baldin ba da = al mejor que exista bajo la capa del sol. Hay otra menos conocida que he oído algunas veces: belararen gañean baldin ba da = al mejor que exista sobre la hierba. La fórmula de desafío para el de la misma categoría es: nik baño gorago zapela iazten ez dunari = al que no se cala la boina a más altura que yo. Estas fórmulas han caído en desuso ante la civilización moderna, y no se oyen más que al calor del vino de las tabernas. Para enardecerse con este deporte, es preciso, si no entenderlo con toda perfección técnica, haberlo practicado.
Supuesta la igualdad del trabajo, hay que estudiar el tipo humano, la clase de tronco, la medida de la astilla, el peso y forma del hacha y del mango. El golpe más distanciado o más ligero, puede depender de la categoría del atleta o del estilo, o de la superficie o del corazón del leño. Los golpes en la superficie son más lentos, porque la astilla es más ancha; en el corazón son más rápidos, porque la astilla va terminando. Una vez practicada la mitad del corte, llegando al corazón, el atleta se vuelve y procura hacer coincidir la sección de manera que no forme ángulos opuestos por el vértice, pues se tarda más en cortar el resto del tronco. Si se procura una pequeña diferencia, el tronco se desgaja antes con el mismo peso del atleta. Si la diferencia es excesiva, que es lo que llaman akera atera, hay que tomar nueva astilla, que es cosa de nunca acabar, sobre todo con el apuro. Cuando el atleta es corpulento, a veces procura llevar la astilla no vertical sino algo oblicuamente, para el mismo efecto del remate más pronto. En una misma categoría y en una misma región del tronco, el golpe más o menos lento puede indicar el estilo de cada atleta, más o menos eficaz en relación con su juego de cintura y rodillas. El campeón de Navarra, el que dijimos haber muerto el día de la apuesta, tenía el defecto de meter el hacha a demasiada profundidad. Tardaba en sacarla y perdía tiempo. Hace falta extraordinario juego de rodillas paya ayudar a las muñecas en meter y sacar el hacha casi simultáneamente. Es mejor no hacerla penetrar tanto. El uno dominará la astilla ancha y podrá irla reduciendo, aún cambiando de plano; el otro, por más economía de esfuerzo, adoptará la astilla estrecha y conservará los planos del corte tan lisos, que en ellos se pudiera escribir sin tropiezo de la pluma; el otro, una vez que se le estrecha la astilla, por miedo de que se le corte en ángulo antes de tiempo, apurará un poco más los planos, dejando oir el chasquido característico del golpe sucesivo en contraste con el golpe seco; el otro, ya fatigado, desviará el golpe involuntariamente, dejando de ser golpe útil; el uno proseguirá erguido, los pies juntos, haciendo palanca sobre las puntas de los pies, ayudando a las muñecas con ambas rodillas a la vez; el otro comenzará a descuadernarse, abriendo más la distancia de codo a codo, con detrimento de la aplicación; se abrirá un tanto de piernas, ayudando con una sola a sacar el hacha. Estos pormenores y otros más observa el público apostador para hacer sus combinaciones. El cambio de hacha, mayor y de mayor mango al principio de la astilla y menor y de mango más corto al fin de ella, anuncia la pronta terminación de la mitad del corte o del corte entero. El dar la vuelta uno de los aizkolaris sobre el tronco, no es señal de haber cortado la mitad exacta del tronco: es posible que haya pasado al centro y trunque la segunda mitad en menos tiempo. O en caso de apuro, sin haber llegado a la mitad, para perturbar quizá a su adversario, dé la vuelta antes de tiempo. En esto llega un final esperado o inesperado. Dos apuestas he conocido en las que los jueces no pudieron decidir quién dio antes el último golpe: tan iguales anduvieron. En la segunda de éstas, siendo juez tercero un tal Goenaga Atxunberi que después mencionaré, quería ser obligado a decidir en uno u otro sentido, pero honradamente no lo podía hacer porque le pasaba lo mismo que a los dos jueces. Y como mucho le urgiesen, sacó del bolsillo un puñado de traviesas que podía haber inclinado a su favor. Raro ejemplo de moralidad.
Hoy se ha llegado a tal perfección en la fabricación de las hachas, que es probable que los hachado res de hoy rindan más que los de hace cuarenta años. Sin embargo yo creo, que atletas de la talla de Goenaga el citado y Otaño, conocido éste más por su sobrenombre del barrio Santa Agueda, no han reaparecido aún. Con Astigarraga (Errecalde) y Arriaga (Orbegozo) querían intentar establecer record, pero no lo han hecho, que yo sepa. He tenido la fortuna de conocer a todos los mejores aizkolaris de estos cien cuenta años, pero ninguno ha pasado ante mi vista de las facultades y elegancia de Otaño, a pesar de lo cual llegó a ser vencido por Goenaga, gracias a mejores cuidados alimenticios y más ordenado entrenamiento. El record del corte de tronco de vara de diámetro lo tiene Goenaga en once minutos y fracción que no recuerdo. Los troncos de media vara de diámetro se han solido truncar por buenos aizkolaris a término medio de tres minutos, y aún por debajo de dos y medio un corte solo. La tarea máxima en troncos mayores ha sido de cuatro de a vara cada contricante. Dada la mayor dureza natural del leño grueso, el de vara de diámetro equivale en trabajo a cuatro de media vara. En troncos de media vara, dieciséis es una tarea buena. He conocido apuesta a veintidós.
Quisiera dar una breve idea de la apuesta de carneros. Es la apuesta de animales en que hay más vicisitudes o azares. Este animal se bate muy finamente en el monte cuando trata de disputar a su rival la oveja que está en celo; pero en la plaza pública no es raro el que se reserve y aún haga tongos o trampas como si fuera una persona. Si a eso se agregan las trampas que les obligan a hacer sus menagers, dígase con qué confianza se podrá confiar el dinero en este deporte. Sin embargo, el amor propio pueblerino o el deseo de apostar, prevalece. Los cuidados de alimentación y entrenamiento a que someten a este animal, son los más exquisitos que conozco. Como es preciso mantener a los dos contricantes en un número de kilos convenido, idean los menús y las raciones de mejor combinación. Antiguamente se contentaban con sobrealimentarles con sopa en vino. Su entrenamiento principal es el paseo diario, y si no basta, la carrera violenta, y si no basta por piso de hierba, por piso de nieve en tiempo de ella. De vez en cuando para avivarlos, se les echa otro carnero de igual categoría de peso, a veces estando ellos atados. Se les procura incluso enfurecerlos, para que el día de la apuesta se agarren, y no se retiren de la plaza sin dar ni un golpe de saludo a su contricante, como hemos visto a veces. Carnero que una vez ha sido batido por otro, dicen que no se agarra otra vez con él. Esto es verdad, si se trata de una derrota habida en el monte; pero no es cosa segura si la derrota fue en la plaza. En efecto, recuerdo que en cierto pueblo, cuyo nombre no quiero consignar, los menagers toparon los carneros el día anterior en secreto parta apostar el día siguiente a favor del ganador, y les salió bien el negocio; pero otras veces ha sólido salir mal. Aún se ha dado el caso de ser derrotado un carnero dos veces en plaza pública, y trasladada la lucha a la puerta de su casa, el dos veces derrotado salió vencedor. El carnero no conviene que sea demasiado acometedor ni demasiado manso. En la lucha más descomunal que recuerdo, no salió vencedor el más valiente, sino el más templado. Aquel era un ejemplar obtenido por cruce de oveja con macho cabrío; éste de raza pura ovejuna. En aquella plaza se conserva, según mis noticias, el record de topetazos, que hasta entonces detentaba la plaza de Ataun con cincuenta y tantos. En la plaza de Huici, los dos carneros citados, se propinaron la friolera de ciento setenta y cinco. El que perdió era el carnero local, y el que ganó era de Leiza.
Las puestas de bueyes, por más prohibidas que hayan sido por Miguel, Primo de Rivera y por los Gobernadores de Guipúzcoa, son otras de las que más apasionan a nuestros aldeanos. La gente no inteligente, sobre todo la aristocrática, dice que es un juego muy cruel, y, sin embargo, como responden nuestros aldeanos, esa gente presencia crueldades muchísimo mayores y aún la muerte del toro en las plazas. El tener un par de bueyes o vacas de arrastre, que también las vacas toman parte en las apuestas, es la mayor vanidad del aldeano. ¡Cómo estaría informado o en qué estaría pensando el citado Dictador cuando por motivo de la prohibición alegó el empobrecimiento de la raza! Es verdad que cabe mayor educación en el conducir el ganado, por ejemplo, suprimiendo o economizando más el aguijón. Una pareja de Azpeitia, conducida sin aguijón, ganó fácilmente a su contricante; pero no se puede deducir de ello que esa misma pareja no hubiera rendido más esfuerzo con la amenaza de la ahijada. Lo que resultó verdaderamente ridículo fue la prohibición de que el ganado de faena cotidiana fuese conducida sin aguijón en la vara. Olvidaba decir, que en las apuestas de bueyes el conductor juega un papel importante que es el que decide muchas veces las traviesas en un sentido y aún la victoria final. Hay boyeros que con su lenguaje suave y con sus caricias al animal le hacen rendir todo lo que puede dar de sí.
De la pelota no es posible hablar sin extenderse. No haré más que dar una nota resumida. El origen de la pelota es, como se sabe, desconocido. Los griegos y latinos tenían este deporte. La primera variedad de la pelota vasca, que es el juego a largo con guante, no sabemos de dónde procede. Algunos quieren que de la paume royale francesa. En Castilla existió asimismo esta misma variedad con sus quinces y rayas y manera de contar igual. La manera de contar más parece española que francesa. Los vasco-franceses han sido influidos, no por Francia sino por España en su manera de contar. Sea de esto lo que fuere, la primera variedad que he conocido desde mi niñez es este juego a largo, sin rebote; después se ha introducido el rebote, y a cesta en vez de a guante. Se siguió el frontón para jugar a blé, frontón sin pared izquierda, llamado libre, en sus variedades de a mano, cesta y pala. Más tarde ha venido la pared izquierda, y últimamente el trinquete. Aunque en rigor la pelota no sea deporte vasco, existen variantes suficientes para que se pueda hablar de pelota vasca. El vasco es el que hoy llama más la atención en este deporte, habiéndolo llevado a todos los continentes, incluso al remoto oriente chino.
Nicolás Ormaechea (Orixe)
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5-Euskal kirolez egiten duen artikulu bakarra da seguru asko, horiek orokorrean hartuta bederen bai, nahiz badituen poema bat baino gehiago gai horiez Euskaldunak-en eta beste poema soltetan, hala nola lasterketa-apustuaz, sega-apustuaz, estropadaz, pilola-jokoaz, ahari-talkaz eta palanka-jaurtiketaz. Aizkolariez, orobat, baditu bi artikulu labur emanak, bata Euzko-Gogoa-n (1-2, 1951), bestea Gernika-n (XXI, 1953).
6-Lizardik Larramendiren mendeurrenean paIankaz hitzaIdi bat emateko eskatzen diolarik, horretarako Jose Iguaran artxiboz hornituagoa dagoeIa eta, harengana igortzen du 1929- VIII-12ko gutunean. 1rujoren eskearen aurrean ordea, gogo handiz ez bada ere, amare ematen du Orixek. Ez dakigu inoiz inon argitaratua izan den ala ez artikulu hau. Iturria: Abertzaletasunaren Agiritegia (Artea).
7-Non? Euskaldunak-eko "Belarrekoan" dakarren sega-apustuaz ari ote da?